39.
De los 80`s paso a los 90´s. Indiscutibles Nirvana y Oasis.
Escucho el “Nevermind” mientras me lavo la cara y orino en el baño de la universidad. Ya casi es de noche, y por alguna extraña razón (tal vez debido a la luz blanca del baño y la luz blanca de los salones de Quarck a los que nunca entro) noto mi piel roja, muy roja, y me limito a tocarme la cara. Mi pelo está abultado y desordenado y la gente en el baño se toca y se cuentan chistes homosexuales por igual.
Cuando me he percatado de la luz blanca del baño y de que por la ventana abierta está a punto de anochecer, me interrumpe un grabado en la pared mientras orino encerrado en un cubículo.
Salgo de allí hecho un bólido. Por los audífonos de mi discman se escucha el irritante sonido de algunas de las mejores canciones del “Nevermind”.
Me cruzo con Carolina y ella me dice:
- Hoy te ves más decadente de lo habitual.
- Será que no me baño hace días.
Carolina me mira con reproche.
Ya se ha hecho de noche en la universidad y los árboles intactos parecen cada vez más verdes y más vivos. A nuestro costado, las ventanas-espejo de la biblioteca no reflejan ya nada, y nos dejan ver lo que hay en su interior.
- ¿Sabías que te pareces a Helen Hunt?
- Otra vez estás hablando huevadas...
- No todos tenemos la misma suerte -le digo, mientras caminamos por el pavimento frío. Carolina hace como que no me mira, como que no le toma interés a lo que digo.- Algunos escritores dedican su tiempo libre a enseñar literatura en grandes universidades, otros sólo juegan Winning Eleven, amargos de que siempre les ganen. El caso es que algunos escritores ni siquiera pueden escribir, y hay mucha diferencia entre los que fuman puros y los que fuman tronchos...
Carolina me mira. Por su cara me acuerdo de algo que he leido escrito en la pared del baño: no te guardo rencor, conchetumadre.
- Hoy me crucé con tu prima en la puerta de la universidad.
- ¿En serio? -No puedo evitarlo y hago una mueca de dolor con mi cara.
- Estaba con su enamorado.
Asiento sistemáticamente. Otra cosa que leí escrito en la pared del baño: me acosté con tu prima.
- Vaya. Sí que te cambió la cara.
- ¿Quieres hacerme sentir mal?
- Escucha, Carolina -le digo, después de un rato-. Sé que estás molesta conmigo y quiero hacer las paces. Estoy por dejarlo todo, de irme lejos, y tengo miedo de estar por cagarla otra vez.
Carolina me mira.
- ¿Te acuerdas cuando te conté que Miguel se tiró por su ventana?
- No.
- Fue el verano pasado. Estábamos tomando en aquella reunión de Miguel. Habían algunas chicas y nosotros estábamos felices. Miguel le daba al whisky. Luego de un rato ya se había hecho tarde, y Miguel estaba sentado al borde de su ventana, vive en un segundo piso, y la cosa es que Miguel miraba la calle cuando dice que en su borrachera una voz le susurró en su oído: tírate por la ventana, ahí está la respuesta. Y Miguel se tiró. Y mientras lo hacía (durante el microsegundo en que duró la voz) supo que era cierto y que estaba haciendo lo correcto. Que lo correcto era tirarse por la ventana porque se lo había dicho la voz, y esa voz es la misma voz que escuchamos cuando escribimos y es la misma voz que nos habla mientras estamos dormidos. Así que tenemos la certeza de estar haciendo lo correcto, pero cuando lo hemos hecho nos damos cuenta que ya estamos en el piso, que nos hemos tirado sobre un carro, y suena la alarma del carro, y cuando nos ponemos de pié recordamos que nos hemos tirado y nos duele mucho tórax. Y cuando volvemos a la reunión, todos te miran con esa cara de desconcierto tan característica en los humanos. En los humanos que no entienden que, pobre de nosotros, le hacemos caso a esas voces, porque es la voz que escuchamos cuando escribimos y es la voz que nos habla mientras estamos dormidos.
- Ni si quiera sé quién es Miguel.
- Es que Carolina, no has entendido nada.
- Entender qué, ¿qué es lo que quieres decir?
- Que me estoy tirando por esa ventana y que tengo miedo.
- Miedo de qué. ¡Si lo tienes todo en esta vida! Que te lo gastes en drogas que te cagan la salud porque eres un niño mimado que necesita control no es asunto de nadie, sólo es asunto tuyo. Ojalá algún día despiertes de tu sueño de escritor en decadencia y veas cómo realmente eres.
- ¿Despeinado y con los dientes amarillos?
- Sí, pero veinte años más viejo y con aspecto de anciano.
- Estás siendo cruel.
- ¿Quieres analizar quién ha sido más cruel con quién?
Pasan unos minutos en completo silencio.
- Sólo quiero contarte que me voy a Cuzco por un tiempo.
- Pues que te vaya bien en Cuzco.
Carolina me mira a los ojos.
- También quería contarte que tengo un poco de miedo.
- ¡Miedo! ¿Sabes qué? Ya no te creo nada.
Después de un rato, dice:
- Siempre andas diciendo cosas.
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